Cuando una persona expresa que tiene fe, el tema de ansiedad puede verse como un tema ajeno a la persona, como si esa fe fuera una especie de aislante de problemas o sufrimientos.
Pero la realidad es otra, una persona creyente puede sufrir ansiedad, estrés o cualquier otro padecimiento mental, emocional o físico, esto no debe verse como un castigo o una carga imposible de soportar.
La ansiedad en especial es una respuesta de nuestro cuerpo a la forma en que llevamos nuestro ritmo de vida, puede que la temporada actual nos lleve a cumplir con responsabilidades pesadas, tiempos exigentes o situaciones nuevas que no sabemos bien como manejar.
El ritmo en que avanza el mundo puede hacernos sentir que no logramos movernos y que estamos estancados, como si todos fuera tuvieran un movimiento rápido y nosotros uno estático.

Recordemos que todo tiene su tiempo, y todo lo que quiere debajo del sol tiene su hora, no somos el tiempo de otros, tenemos nuestro ritmo, nuestra hora, y maneras.
No corramos al querer imitar lo que alguien más posee, tal vez solo necesitemos avanzar lento y prestar atención.